Turrón de guirlache Aragonés
El guirlache es, en definitiva, reflejo de la tierra en la que vivimos, de sus productos y de las tradiciones. Durante siglos, los maestros pasteleros aragoneses han ofrecido a este dulce un trato muy especial, mejorando en muchos casos una receta que, de base, es muy simple. Se ha convertido en un producto típico, imprescindible en mostradores y escaparates. Y no se come únicamente solo, también se utiliza para construir tartas o como ingrediente en postres más elaborados.
Pero, ¿qué es el guirlache?. Se puede definir como un dulce de almendras y caramelo, presentado generalmente en barritas rectangulares que pocas veces repiten el mismo tamaño. Al igual que al turrón más típico, se le atribuye origen medieval, más concretamente árabe. Se cree que nació en el territorio que conformaba la Corona de Aragón, aunque con el tiempo se ha extendido por toda España.
Curiosamente, al nombre se le atribuye origen francés. Derivaría de la palabra “grillage”, que se traduce como algo tostado, tal como deben quedar las almendras al cocinarlo. Cuentan que fueron los propios franceses en Aragón los que popularizaron este nombre a partir del siglo XIX.
El ilustre cocinero y erudito gastronómico aragonés Teodoro Bardají, natural de Binéfar y considerado por muchos como “el padre de la gastronomía moderna”, dejó escrita una receta de “Guirlache de Zaragoza”. Él apostó por dorar primero las almendras, troceadas en pedazos grandes. Un vez tostadas las incorporaba a un cazo con el azúcar y el zumo de limón, dejándolo al fuego suave hasta que se hiciera caramelo. También señalaba la posibilidad de sustituir las almendras por avellanas, piñones o cacahuetes.